30 octubre, 2008

Imagínate un bosque marchito, con un río seco recorriendo sus caminos, con caballos sedientos, sin niños jugando, una llanta abandonada donde solían jugar los jóvenes, huellas de un incendio por doquier, flores pisadas, olor a quemado, telarañas colgadas de las ramas de los árboles...

Imagínate una gran ciudad devastada por algún desastre natural, con los espectaculares tirados en las calles, la gente corriendo hacia ningún lugar, fuego en cada esquina, grandes almacenes saqueados, indigentes pidiendo por algo de comer, lágrimas formando ríos, nada que comer, ni un techo donde resguardarse del frío, sonidos estridentes apoderándose de la urbe...

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